sábado, 27 de junio de 2009

Antes de entrar en materia


Como antes lo habíamos dicho, se supone que las decenas de matanzas que actualmente están en curso (a medida que están leyendo esto probablemente ya han causado dos o cinco muertes más) deberían activar el rechazo de las NN.UU. o de aquellos paises que tanto aman (discursivamente) a los Derechos Humanos.



Básicamente, después de la Segunda Guerra Mundial (¿Han visto "La Lista de Schindler" o "El Pianista"?) la humanidad se cansó de las guerras. Entiendase guerras como las confrontaciones militares convencionales entre dos o más Estados nacionales. Para colmo, adicional a la carnicería de los campos de combate en Europa o el Pacífico, se descubrieron las atrocidades del Imperio Japones y Alemania Nazi en los crimenes de guerra de los primeros así como el Genocidio de los últimos. Si esto no fuera suficiente, para empeorar los prospectos de cualquier nueva guerra, la humanidad conoció el poderío de las armas nucleares. Definitivamente no solo nos habíamos cansado de las guerras, volver a pelear una era demasiado peligroso.

En aras de impedir mas conflictos bélicos surgen las Naciones Unidas. La idea era que las Naciones del mundo pudiesen solucionar sus conflictos económicos, políticos y sociales de una manera pacífica. Adicionalmente, esta organización debería velar por la paz del mundo a través de la plena vigencia del Derecho Internacional y de los, posteriormente elaborados, Derechos Humanos. Pero como ustedes se lo preguntarán: ¿Como rayos decenas, y posteriormente cientos, de países en el mundo lograrían eso?, bueno los poderes triunfantes de la Segunda Guerra (EE.UU., China, la Unión Soviética, Inglaterra y, llamemosle su invitada, Francia) pensaron exactamente en eso.

Esto habría sido solucionado por el famoso Franklin Delano Roosevelt unos años antes del nacimiento de las Naciones Unidas. FDR (como lo llamaban los americanos) sugirío que estas cinco naciones se constituyesen en la "Policia del Mundo"(Kissinger, La Diplomacia). Así, años después de FDR, las Naciones Unidas se eregirían sobre una piedra angular que decidiría y ejecutaría todo aquello que la Asamblea General (donde las cientos de naciones se reunen a dar discursos bonitos que rara vez se convierten en realidad) le propusiese: El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (tristemente conocido como UNSEC). En este cuarto se reunen cinco miembros permanentes con votos y poderes de veto individual junto con otros diez miembros no permanentes para todo desde aprobar el dinero que gasta NNUU hasta las sanciones que un país recibirá por sus actos en la comunidad internacional.

Pero por más poco democrático que parezca, esta estructura de solución de conflictos funcionó para los aciagos días de la Guerra Fría. En un mundo donde tanto EE.UU. como la Unión Soviética construian dia a dia sus relaciones sobre lo que se conoce como Suicidio Mutuo (estrategia nuclear disuasiva basada en apuntar al otro lado con suficientes ojivas nucleares como para hacerle saber que el primer ataque sería equivalente al suicidio por la retaliación que activaría), el Consejo representó en muchas ocasiones la delggada línea entre el holocausto nuclear y la solución racional de los conflictos entre EE.UU. y la URSS. Esta estructura sería esencial en preservar la humanidad hasta la caida del muro de Berlín en 1989.
Lo más importante del Consejo durante este período sería el marco de solución de conflictos que creó. Aunque nos parezca mentira, la Carta de las Naciones Unidas atribuyó poderes tan grandes a
este Consejo que, durante casi cuarenta años, logró que Guerras tales como las de Corea, Israel-Paises Arabes y otras fuesen por, así decirlo, reguladas por sus potencias miembros. Es más, en estas Guerras se usó en gran medida las tropas de las Naciones Unidas o los "Peacekeepers" (también conocidos como Cascos Azules). Estas tropas muchas veces separaron a las partes beligerantes y tomarón el control de las situaciones por mandato del Consejo a fin de preservar sus resoluciones. Es así como durante estos años la humanidad ve como nos acercamos a ese ideal de que las Naciones Unidas, virtualmente, impusiesen la paz.
Sin embargo, nadie anticipó dos factores muy importantes. La capacidad de las NN.UU. para regular, o imponer a través del Consejo, la paz en el mundo era en gran parte respalda por el poder disuasivo y persuasivo de los tres grandes bloques formados en el Consejo (EE.UU.-Gran Bretaña-Francia, la URSS y China aunque está última con menor influencia). Esta capacidad de persuasión a su vez tenía arreglo a los fines de balance que las partes buscaron durante el conflicto. Por otro lado, cuando los Peacekeepers entraban en escena, su necesidad de intervenir activamente (es decir operaciones de combate y campañas para desarticular a las partes agresoras) se veía limitada por dos razones: sus reglas de combate que los obligaban a interponerse en el fuego cruzado y que las partes agresoras temían que el agredirlos atraiga el repudio de las dos Superpotencias (la URSS y los EE.UU.).
Estos factores son los que preconfigurarían, en gran medida, la incapacidad de las NN.UU., el Consejo y los Peacekeepers para detener los nuevos conflictos que surgirían con la caída del Muro de Berlín y el Fin de la Guerra Fría. A medida que los conflictos militares irían evolucionando de Convencionales entre Estados hacía No convencionales (todo tipo de Guerrillas, Insurgencias, Grupos Subnacionales o Transnacionales y Terrorismos Estatales o Subnacionales) las capacidades del Consejo de Seguridad irían adaptándose a los intereses del nuevo escenario de poderes mundiales en lugar de los desafíos presentados por estos nuevos conflictos. Es así como las NN.UU. empezaría ver una desconexión del tipo operativo y político entre sus intereses desde la Asamblea General hacía el Consejo de Seguridad.
Esto se materializaría en los grandes avances que, tanto conceptual como discursivamente, se irían evidenciando en mecanismos para salvaguardar los DD.HH. y el Derecho Internacional como medidas de solución pacífica de controversias entre actores estatales y no estatales. Pero la desconexión se prooduciría cuando, en las resoluciones del Consejo de Segurdad sobre conflictos, estos avances no serían reflejados ni esencial ni políticamente. De esta forma se iría formando el paraguas que viabilizarían el surgimiento de conflictos entre actores para-estatales, estatales y no estatales en Estados que se irían segmentando por cuestiones étnicas, culturales o religiosas. Prueba de esta evolución serían los conflicos de la fragmentación de Yugoslavia entre los modernos Estados Balcánicos, las Guerras étnicas de Africa o los conflictos culturales-religiosos que surgirían en los Balcanes a mediados de los 90.
Esto forma el bagaje de información que es necesario para comprender las historias que proximamente se transmitirán en este Blog. Lamento mucho haberme extendido en tantos antecedentes pero creo sinceramente que nos serviran para poner en contexto la barabaríe en la que pronto entraremos.
¡Hasta la próxima entrada!


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